En Nicaragua, entre tantos prisioneros políticos, hay ahora dos santos que tienen por cárcel las iglesias donde son venerados.
Se trata de San Miguel Arcángel y San Jerónimo, cuyas fiestas se celebran en Masaya en fechas vecinas, el 29 y el 30 se septiembre. San Miguel sale en procesión en su día, y tras el recorrido triunfal por las calles no regresa a su templo, sino que pernocta en la iglesia de su par San Jerónimo, para acompañarlo a la mañana siguiente en su propia procesión, que congrega a miles de promesantes, porque el doctor San Jerónimo, es el patrono de la ciudad de Masaya.
En la amplia acera frente a la Real Academia de las Artes de San Fernando, donde pago visita cada vez y cuando a los Goyas que hay allí, casi solitarios, entre ellos el retrato de La Tirana, la garbosa actriz que desafía con la mirada a quien la contempla, tan antigua y tan viva en la pared, digo, al salir al sol que dora la calle de Alcalá y relampaguea en los cristales de los autos que vienen y van, aunque hace algo de frío, están esos músicos en la acera opuesta de la calle, unos músicos callejeros que forman una orquesta de cuerdas, y a los que puedo describir con precisión pues los fotografié con la cámara del teléfono, y aquí tengo conmigo ahora la foto...
Juan Villoro, que ha recibido en Bogotá el Premio de la Excelencia de la Fundación Gabo, ascendió a una altura metafísica que está lejos de deparar el famoso cuestionario Proust para escritores, cuando en una charla en San Mamés hace un año, con motivo del festival Thinking, Letras y Fútbol, que promueve la Fundación del Athletic de Bilbao, imaginó una alineación soñada de escritores.
Mircea Cartarescu ha recibido el premio de Literatura en Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y me ha tocado hablar de su obra en la ceremonia...
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