En julio de este año deberíamos haber celebrado el festival literario Centroamérica Cuenta en Guatemala, pero la pandemia paralizó nuestros planes, como tantas otras cosas en el mundo. De modo que decidimos tomar provecho del tiempo muerto de los encierros, y de la imposibilidad de verse cara a cara, creando un foro de conversaciones constante, al menos tres sesiones a la semana, que hemos llamado “Autores en cuarentena”.
Un amigo que seguramente nunca ha leído a Kafka, llamó el otro día por teléfono al inspector Dolores Morales, que ya retirado tiene en Managua su oficina de detective privado, y que tampoco ha leído a Kafka, y le comentó que cada día ocurre en Nicaragua una situación kafkiana:
La última vez que estuve en Venezuela fue en 2007, tiempo ya lejano en que el chavismo buscaba consolidarse apretando todas las tuercas posibles de la maquinaria de poder, para convertir, tantos años después, la incierta utopía del socialismo del siglo veintiuno en la alucinante distopia que es ahora.
El año próximo deberían celebrarse elecciones para presidente en Nicaragua, y para integrar una nueva Asamblea Nacional. La buena fe del régimen, si la tuviera, debería estarse demostrando desde ahora, ya a contrarreloj, en busca de crear garantías democráticas suficientes que permitan a los ciudadanos elegir de verdad.
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